Te apunto, horizonte.
Desde la brújula oblicua de todos los ojos,
de todos los sueños.
Desde las entrañas de mis límites,
desde los túneles de mi pecho,
desde la savia de mis manos.
Te enfoco,
sin mas rastro que mis certezas,
que pueblan de piedras,
caminos descartados.
Te canto,
mis odiseas recién nacidas,
al abrigo de mi guía,
que late en todos mis costados.
Y si en alguna encrucijada,
has de partirte,
que sea por la llaga de la tarde.
Ya vencida.
Por el imperio de la noche,
y sus leyendas.
Que si te encuentro de noche,
te doy mi cuerpo en ofrenda.
Juega con él,
si es tu capricho.
Pero si buscas mi alma,
lamento negarte las cuentas.
No hallarás respuesta.
Porque mi alma.
Es mía.
El horizonte solo existe en las postales
ResponderEliminarCierto, M.
ResponderEliminarEn las postales de todas las memorias.
De todos los vestigios.
De cada veleta.
De la sangre inquieta.
De las venas de los hombres.
Que apuntan almas.
Como flechas.
que inmensa belleza en letras nos regalas sensible poeta, infinitas gracias por acariciar nuestros sentidos con ellas, un besin de esta amiga admiradora.
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