Cómo echo de menos en mis estantes,
ese cúmulo de latidos,
que el tiempo acota,
a mi costa.
Sin permiso,
ni pausa,
ni mas aviso que su sentencia.
Por eso soy yo su homicida,
azote de sus apremios,
sin mas armas que mi propia existencia.
Esculpida.
A verso reverso,
de todas mis muertes,
acontecidas.
Por mas que sus cálculos lluevan.
Quedará de mi,
siempre un disparo,
de mi palabra.
En este duelo tan suyo,
conmigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario