los tejados sin gatos,
las ventanas vacías.
Los restos de suelo
sufrían
el terrible ritmo
de los relojes sin nombre.
Las huellas apenas llegaban a
verterse en metáforas
y de fondo ese cielo insultante.
Yo,
te nombraba
en cada ciclo.
En cada cuerda
de una noche casi perfecta en sus formas
pero tan agujero negro
para mis latidos.
Que a caballo entre mis espejos suicidas
doblé
mis sombras
para pasar desapercibido.
Y te soñé
como auxilio
a tu ausencia
que me clavaba
a tu imagen o recuerdo
de la noche contigo.
excelente, me inspiras, poeta!
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