martes, 8 de diciembre de 2009

Marta.

¿Que es el destino?, ¿cuáles son sus coordenadas?, ¿cual es la combinación que abre la caja de Pandora?, ¿ de dónde brota la energía que nos arroja unos contra otros, en la mitad de este teatro que es la vida?.
Acaso no es una suerte, una ruleta rusa de la fortuna...adelante, carga la pistola con cien nombres, apuntando a tu sien.
Yo disparé tres veces, y en las tres, salio un único nombre:Marta.
El nombre de Marta define tres estadios de mi vida.

Infancia:

Marta era rubia, con el pelo corto y los ojos claros, la recuerdo con un vestido azul y diadema a juego.
Creo que me gustó desde el primer día que la vi, bueno como te puede gustar una chica cuando tienes nueve años.
Yo andaba distraido en el fútbol, jugándome las rodillas dando patadas a una pelota hecha de papel de plata de bocadillo, hasta que sonaba el silbato que daba concluido el recreo.
Entonces corría a formar en la fila de entrada a clase, y tiraba del pelo a Marta, era un tirón sutil, sin fuerza, era una llamada de atención, un guiño fugaz...y entonces Marta me perseguía corriendo, y yo era feliz.

Adolescencia:

En mi adolescencia, no hubo una, sino dos Martas.

A mis doce conocí a Marta, fue algo fortuito, pues íbamos a clases diferentes, pero hubo un nexo de unión.
Mi hermano pequeño, era el mejor amigo de su hermano y eso nos hacía coincidir en el mismo plano.
Marta tenia el pelo de color castaño, sus ojos tenían un tono almendrado y usaba aparato de dientes, por supuesto esto último no me importaba.
Marta y yo nos hicimos amigos.
Marta se enamoró de mi mejor amigo.
Y yo me vi metido en una partida a tres bandas, donde ella me hablaba de él, yo suspiraba por ella y por último yo le odiaba a él.
Imaginaos un ejercito de hormonas desatadas cabalgando a lomos de mi primer desengaño.
Mi alma era un volcán desatado, un amasijo de sentimientos chocando entre si.
Jamás la confesé lo que sentía, y ella tampoco consiguió conquistar a mi amigo, a pesar de disponer de las dosis de valentía que a mi me faltaron, porque el idiota nunca estuvo interesado en ella.

A mis quince estaba en 2º de BUP, y arrastraba las matemáticas de primero, así que dos días por semana tenía que ir a clases de recuperación.
Recuerdo que entré tarde a clase el primer día y ocupe la última mesa.
Marta llegó aún mas tarde, recorrió con la mirada cada esquina del aula y se sentó a mi lado.
Tenía veinte años, el pelo castaño y los labios carnosos, recuerdo que al verla por primera vez pensé que aquellos eran los labios mas apetecibles del mundo.
Era toda una mujer,y su curvilíneo aspecto, aceleraba el transito de mis hormonas alteradas.
Marta cursaba el COU de letras puras y tenía una incapacidad patológica para las matemáticas. Dibujaba estupendamente, así que el primer día de clase, se dedicó a dibujar al protagonista de la película de animación AKIRA, y me regaló el resultado.
Creo que ese fue el momento en que empecé a perder la cabeza por ella.
Marta venía a recogerme a clase dos veces por semana, y nos íbamos a una cafetería, o a un parque cercano.
Me besó por primera vez una tarde, viendo la película de Sean Connery "Sol naciente", me dijo: ¿quieres palomitas? y tras mi respuesta afirmativa, se metió una palomita en la boca y me la pasó con los labios.
Ese día llegue a mi casa con los labios desgastados y un chupetón en el cuello de considerable tamaño.
Pero como toda historia de amor adolescente, esta también terminó mal.
Mi madre dedujo que Marta era muy mayor para mi,y me prohibió salir con ella ( también influyo mi media docena de suspensos)
Así que en un arrebato de inconsciencia, de rebeldía esquizoide, me fugué de casa por una noche.
Por supuesto este acto me alejó definitivamente de Marta, y me supuso una herida de por vida, un arrepentimiento repetido, porque con el tiempo, fui consciente del daño profundo que hice a mi madre con aquel acto absurdo y cruel.

Etapa Adulta:

A mis veinticinco, con mi carrera de " Relaciones Laborales" recién terminada, con un trabajo a media jornada y sin demasiado porvenir, me metí por probar a un segundo ciclo, que aportaba 2 años mas a mi reciente diplomatura.
La carrera en cuestión se denominaba: "Licenciatura en Ciencias del Trabajo", y era un despropósito de asignaturas inconexas y programa deficientemente planificado.
Pero allí conocí a Marta.
Marta era Mulata, tenia los ojos negros y un cuello precioso. Se sentaba tres asientos por delante mio, y yo me pasaba las clases mirándole el cuello, recorriendo con la mirada la distancia entre su oreja izquierda y su hombro....cuánta belleza!!.
Marta nunca se despedía de mi en el metro, cuando nos íbamos un grupo de seis personas juntas, apenas me dirigía la palabra, y yo la consideraba un ser de otra órbita....inalcanzable.
Pero hubo una fiesta universitaria, el pretexto era la apertura de un nuevo pub cerca de la universidad, en donde por una noche, pagabas 6 euros y tenias cerveza ilimitada durante 2 horas.....
A mi cuarta jarra de cerveza, ella se acercó y me escribió en un posavasos una pregunta: ¿ Tienes novia?, a la que yo contesté negativamente.
Y en ese instante comenzó todo.
De ese local nos fuimos al centro de Madrid, y allí en un local perdido en Alonso Martinez, terminamos besándonos apasionadamente.
Aquella noche terminé durmiendo en su cama, y esta historia se prolongó durante cinco años.
De los cuales los dos últimos, vivimos juntos, pero la incomunicación mano a mano con la rutina, hizo que nuestra relación cayera empicado, hasta perder las alas y caer al suelo.
Y del golpe nos levantamos, tomando caminos separados.

Quizás hoy después de este ejercicio, le plante cara al destino, abriendo un nuevo abanico de nombres, y cerrando el capitulo de Martas...convirtiéndolas en literatura.

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