Como agua sobre agua,
me solapo.
Conviviendo entre imágenes
de todos mis espejos.
Cuando mi alma es una caricia
de todas mis costillas.
Allí, sólo allí, me sueño.
Y el mundo es un abanico,
una estructura simple entre colores.
El cuerpo no lastra
lo que la llama escoge.
Sólo me dejo llevar
por el principio de tus labios.
Y allí compongo melodías como ráfagas,
con el único propósito de incendiarte.
A ti,
que eres tan mujer,
que hasta mi sombra se desborda
en este juego de encontrarnos.
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