ser la voz del poema: yo.
Arquitecto de una emoción
que nace desde el ombligo
hacia arriba
La noche existe,
es un paraguas brillante
que proyecta
todo aquello que puede llegar
a suceder
Como una nota de piano
que desata el eco
de un latido
Podría dibujar el contorno
de la mano izquierda
de la mujer
que me dicta el poema sin saberlo
Escribir
es acariciar con la mirada
ese momento.
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