un aroma a terciopelo
que filtraba la luz de Pegaso
por los flancos desnudos de la noche
Llorabas como si la vida
pidiese paso al poema,
abrazado a un cuerpo de mujer
Al borde
del abismo enunciabas
la última pregunta,
mientras
ella se dejaba acariciar
el vientre de otro
Lejos
a un millón,
pero aquí
para poner punto y final
a ese idioma
que apenas se mantenía
en pie
En sus pómulos,
la primavera de diciembre
volaba imágenes
como huellas
que se iban perdiendo
lentamente
lentamente
se fue,
quedándose
en cada palmo
de tu piel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario