Madrid era un cruce
de versos,
una noche desbordada.
Una dama
que te robaba los labios.
Toda luces
y cientos.
Su cuerpo
era un destino abierto y prohibido,
la suma perfecta
de calles, teatros, historias.
Naciendo
siempre
a la memoria.
Bueno. Muchas luces, sí.
ResponderEliminarAlgo vertiginoso, también.
Preciosa estampa Eusebio, la memoria no descansa
ResponderEliminarUn beso
si, así es Madrid... un saludo
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