La nieve nunca llegaba
al balcón desde el que me asomaba
a la historia.
Sólo tú,
como parte
y sueño.
Madrid era Madrid.
Una sucesión de horizontes.
La boca de la puerta de Alcalá,
tragándonos,
¿Por qué nos dejó huir?
Si a mi me sobraba el techo de ese día,
enredado entre tus piernas.
Pero no,
seguíamos,
impregnando cada foto,
cada pausa.
Éramos
nómadas paralelos
de un cielo
a nuestra medida.
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