Se ahogaba
el amanecer,
víctima
de una persiana
homicida.
En la cama
el hueco
que era
secreto
y herida.
Caricia abandonada
a la suerte
de un Dios
cruel.
En el cabecero
las sombras
reunidas.
Y en el suelo,
sólo la ceniza
de todos los sueños
desnombrados.
Las sabanas
eran pieles mudadas,
sin vida.
La risa,
un despertador
equivocado
y maldito.
El hombre
era
un hombre
sin sombrero.
La imagen dislocada
de un labio
perdido.
niño.. es increible como expresas....
ResponderEliminarla soledad en cada estrofa y la nostalgia reflejada en ellas..
me pone un tanto moñas pero me encanta.. la leo y dan ganas de darte un achuchón por aquello del calor humano!!!
un beso eusebio
Un abrazo Grande, Myriam.
ResponderEliminarMuchas gracias :)