Déjame al menos una rendija
por la que saltar
al vacío de tu ausencia
Déjame llorarte
después,
como se llora
la muerte impermeable
Déjame dibujarte
desde el odio y el hambre
desde el hastío
de los días numerables
Déjame,
pero no me conserves
en el imperio
del silencio
de los nadies
No merezco esta muerte
mansa,
prefiero arder en el conflicto
de tus dientes,
si es que todavía te queda
sangre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario