como la mitad de lo que soy
trato de dejar una imagen intacta
por si no vuelvo
Abro los ojos
podría decir que la ciudad que se ofrece
es la misma:
la campana de la iglesia sigue sonando a las 20:00
dando un paso de fe hacia la literatura
como si el sonido fuese el Big Bang
o la ola quinta que nos desahucia de nosotros mismos.
Es tan de otro tiempo
la imagen
que quizás sea ya lo único no cuestionable
lo sé porque esa misma campana sonaba
una tarde de noviembre o julio
cuando todo era de otra forma
e incluso éramos capaces de no herirnos.