domingo, 12 de mayo de 2013

I

Sentado en el sofá, medio dormido, mis ojos nacen.
Lentamente se dibuja el contorno de un cuerpo a mi derecha; es mi hermano.
Con la mano alzada me señala la pared de enfrente ( una de las cuatro que conforman el espacio).
Enfoco un punto, algo se mueve en el centro; comienzan a formarse edificios, semáforos,
carreteras, coches, personas. Está naciendo una ciudad de la pared.
Giro la cabeza para hablar a mi hermano, pero ya no está.

Necesito una salida.

Mientras la ciudad sigue creciendo, recorro con los dedos la superficie
de la pared contigua, desde el suelo hacia arriba, palmo a palmo.
Descubro una puerta lateral, tanteo el picaporte y abro.
Mis pies desembocan en una larga avenida de una ciudad que se asemeja al New York de 1970.

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