Terrible
el amor
que nos corrompe
desorientando
la piel propia
dependiente
ya del otro
qué difícil encajarse
después de la fractura
sin perder el rumbo
de la realidad
cuánta violencia
en el contacto
qué difícil parar
el avance incontestable,
la degradación oculta
el reverso
de la huella o
punzón plateado
que nos destroza
por muchas alturas
que pongamos.
viernes, 25 de abril de 2014
jueves, 24 de abril de 2014
8:05
Es jueves
y sol
la mañana se filtra
a través de una fina lámina azul
camino despacio
como si dudase
entre sueño o ciudad
se abren las puertas
del ascensor del metro
somos cuatro
no, espera
una chica viene corriendo
a lo lejos
llega una chaqueta de entretiempo
un jersey color cielo, leggins
y unas botas con cristalitos incrustados
bloqueo la puerta
me da las gracias
con la media sonrisa
a punto de romper
se sitúa de espaldas a mí
su pelo es un universo
en movimiento,
un rizo que llama a otro rizo
ese olor
creo que no necesito café
ya estoy despierto
mis hormonas lo deciden
en apenas dos segundos
se aleja, camina, corre
el metro está llegando
yo prefiero dejarlo
a la incertidumbre
y
entro
en el último segundo
está de pie
en medio del vagón
concentrada
leyendo un libro
de Federico Moccia
me descuadra
no sé que pensar
hubiera imaginado
cualquier otro libro
menos ese
me pellizco la cara
mientras en algún lugar
Mario Casas se ríe de mí.
y sol
la mañana se filtra
a través de una fina lámina azul
camino despacio
como si dudase
entre sueño o ciudad
se abren las puertas
del ascensor del metro
somos cuatro
no, espera
una chica viene corriendo
a lo lejos
llega una chaqueta de entretiempo
un jersey color cielo, leggins
y unas botas con cristalitos incrustados
bloqueo la puerta
me da las gracias
con la media sonrisa
a punto de romper
se sitúa de espaldas a mí
su pelo es un universo
en movimiento,
un rizo que llama a otro rizo
ese olor
creo que no necesito café
ya estoy despierto
mis hormonas lo deciden
en apenas dos segundos
se aleja, camina, corre
el metro está llegando
yo prefiero dejarlo
a la incertidumbre
y
entro
en el último segundo
está de pie
en medio del vagón
concentrada
leyendo un libro
de Federico Moccia
me descuadra
no sé que pensar
hubiera imaginado
cualquier otro libro
menos ese
me pellizco la cara
mientras en algún lugar
Mario Casas se ríe de mí.
lunes, 21 de abril de 2014
16:01
Llueve
la calle tiene un tono especial
como si el olor a naturaleza
y los charcos
dibujasen nuevas normas :
camina a grandes trazos
los vaqueros fijan
la forma de sus piernas
lleva unas botas beige
y una chaqueta verde militar,
el paraguas en los huesos
pero resistiendo la lluvia
y el viento de Madrid
acelero el paso
hace cinco segundos
que decidí escribirle un poema
entramos en el ascensor del metro
la miro
disimulando
la intención
ojos de color miel
cara angulosa
labios perfectamente perfilados
como si la medida fuese esa
tiene en la expresión
una gota de preocupación o tristeza
que le dibuja una pequeñísima línea
en la frente
camina y deseo, la deseo
decide obviar las escaleras mecánicas
se desliza
de escalón
a escalón
mientras yo archivo las imágenes
se abren las puertas, entramos
yo me siento primero
ella enfrente
se quita la chaqueta con delicadeza
como si fuera a romperse
lleva un jersey fino
de color gris
mientras cruza las piernas
saca una bolsa de plástico
y guarda cuidadosamente
el paraguas
silencio
( ahora sé que entonces
solo iba a tener dos paradas de ventaja)
1
2
se incorpora
sus manos de dedos finos
y uñas de color rojo
agarran la barra
gira
ciñéndose la cazadora,
mostrando el azul
de la camiseta interior,
cogiendo impulso quizás
para quedarse
a vivir en el poema.
la calle tiene un tono especial
como si el olor a naturaleza
y los charcos
dibujasen nuevas normas :
camina a grandes trazos
los vaqueros fijan
la forma de sus piernas
lleva unas botas beige
y una chaqueta verde militar,
el paraguas en los huesos
pero resistiendo la lluvia
y el viento de Madrid
acelero el paso
hace cinco segundos
que decidí escribirle un poema
entramos en el ascensor del metro
la miro
disimulando
la intención
ojos de color miel
cara angulosa
labios perfectamente perfilados
como si la medida fuese esa
tiene en la expresión
una gota de preocupación o tristeza
que le dibuja una pequeñísima línea
en la frente
camina y deseo, la deseo
decide obviar las escaleras mecánicas
se desliza
de escalón
a escalón
mientras yo archivo las imágenes
se abren las puertas, entramos
yo me siento primero
ella enfrente
se quita la chaqueta con delicadeza
como si fuera a romperse
lleva un jersey fino
de color gris
mientras cruza las piernas
saca una bolsa de plástico
y guarda cuidadosamente
el paraguas
silencio
( ahora sé que entonces
solo iba a tener dos paradas de ventaja)
1
2
se incorpora
sus manos de dedos finos
y uñas de color rojo
agarran la barra
gira
ciñéndose la cazadora,
mostrando el azul
de la camiseta interior,
cogiendo impulso quizás
para quedarse
a vivir en el poema.
sábado, 19 de abril de 2014
9:21
Tengo un dolor
atravesado en la garganta
un compendio
de soledad e imágenes
allí habita el carcelero infinito
con sus manos de pinzas monocromáticas
abre y cierra las puertas
a los monstruos
pobres, tristes monstruos
que chocan una y otra vez
con la imagen de sí mismos
es tan fuerte este dolor
que apenas puedo digerir
todas las vidas
que se agolpan en mis ojos.
atravesado en la garganta
un compendio
de soledad e imágenes
allí habita el carcelero infinito
con sus manos de pinzas monocromáticas
abre y cierra las puertas
a los monstruos
pobres, tristes monstruos
que chocan una y otra vez
con la imagen de sí mismos
es tan fuerte este dolor
que apenas puedo digerir
todas las vidas
que se agolpan en mis ojos.
viernes, 18 de abril de 2014
03:53
Nace
el amanecer
como una pregunta
gigante
el sol escucha mi silencio
y ofrece otro día más
la cama está triste
mi cuerpo es un satélite
que tiende a número primo
Alguna vez
fue deseado este cuerpo mío
por otro similar y distinto,
una mujer que se precipitó sobre mí
como un tren sin autopista de nubes
Ahora solo frecuento
la amistad duradera,
se acercan a mí
buscando eso
qué hermosa sinergia
cuando tienes cubiertos
los hombros
qué contradicción planetaria
cuando el instinto se revuelve
como un estómago
dentro del pecho
sabes de qué hablo.
el amanecer
como una pregunta
gigante
el sol escucha mi silencio
y ofrece otro día más
la cama está triste
mi cuerpo es un satélite
que tiende a número primo
Alguna vez
fue deseado este cuerpo mío
por otro similar y distinto,
una mujer que se precipitó sobre mí
como un tren sin autopista de nubes
Ahora solo frecuento
la amistad duradera,
se acercan a mí
buscando eso
qué hermosa sinergia
cuando tienes cubiertos
los hombros
qué contradicción planetaria
cuando el instinto se revuelve
como un estómago
dentro del pecho
sabes de qué hablo.
domingo, 6 de abril de 2014
00:00
Algunos
dicen que es el temor a la muerte
lo que hace que los hombres
fabriquen orgasmos de papel
otros hablan
del origen
la serpiente y la manzana
el paraíso
bienvenidos al primer centro comercial
creado por Dios
con árboles y frutas como países
de allí expulsaron a los nuestros
desde entonces somos infelices
la mayoría del tiempo.
dicen que es el temor a la muerte
lo que hace que los hombres
fabriquen orgasmos de papel
otros hablan
del origen
la serpiente y la manzana
el paraíso
bienvenidos al primer centro comercial
creado por Dios
con árboles y frutas como países
de allí expulsaron a los nuestros
desde entonces somos infelices
la mayoría del tiempo.
viernes, 4 de abril de 2014
9:08
Mirarse al espejo
y percibir el sonido
como una fuente
de recuerdos intangibles
noviembre o febrero
en el Estado del Sol
ese cielo a punto de romperse
como si hubiese un huracán
acechando en el ojo
del verano
llovía fuera
también dentro,
tímidas gotas recorrían
el espacio infinito
que iba desde el nacimiento
de tu cuello hasta mis manos
nos quedamos sin gasolina
el coche se planteaba
no seguir,
como si tuviese
una relación de parentesco
con los días del final
yo no quería verlo
mi mente se resistía
a pesar de la desazón y el vértigo
que mis nervios proyectaban,
como dos parabrisas
que impotentes intentaban borrar
toda esa distancia entre nosotros.
y percibir el sonido
como una fuente
de recuerdos intangibles
noviembre o febrero
en el Estado del Sol
ese cielo a punto de romperse
como si hubiese un huracán
acechando en el ojo
del verano
llovía fuera
también dentro,
tímidas gotas recorrían
el espacio infinito
que iba desde el nacimiento
de tu cuello hasta mis manos
nos quedamos sin gasolina
el coche se planteaba
no seguir,
como si tuviese
una relación de parentesco
con los días del final
yo no quería verlo
mi mente se resistía
a pesar de la desazón y el vértigo
que mis nervios proyectaban,
como dos parabrisas
que impotentes intentaban borrar
toda esa distancia entre nosotros.
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