martes, 30 de agosto de 2011

El hombre laberinto.

Es fácil sonreír,
sólo se necesita cara
y labios

Las ganas no son indispensables,
aunque estés calado hasta los huesos
de veranos

Siempre fue mas difícil llorar
o morir

y después,
sé que después de este arrebato
me tomaré dos copas de cielo
y volveré a mis manos,
fingiendo ser yo mismo
mientras tanto

Aunque la distancia me atraviese la sien
y las palabras
y sólo ruede versos planos.

Yo,
tan abstracto
que ni a perderme alcanzo.

domingo, 28 de agosto de 2011

Capitán Ombligo.

Enredado en los radios del sol
dibuja y sonríe
a la caza de sabores

Capitán ombligo
¿Dónde bailaste tu último tango?

Que la luna no sabe
de cuentos
y se cambia de nombre
para caerte a los lados

Tú que acumulas ciudades
que (te) aguardan,
sabiendo que después serás
para siempre
un peldaño o silueta

Emblema de bocas
al servicio de nadie,
las puestas de sol te deben
más de lo que cuentan.


miércoles, 17 de agosto de 2011

Malditos bastardos.

A caperucita le falta un lobo
entre los árboles.

De rojo perpetuo
camina
sin atar cabos.

Es pura adrenalina, 
chasqueando ramas 
sin mirar a los lados.


El hombre acecha.


Todo ojos,
mente insana,
corazón estrecho.

Los arboles agitan los brazos, 
como queriendo expandir la denuncia.


El cielo calla,
sólo calla
mientras tanto.



(1) Sobra epílogo.

martes, 16 de agosto de 2011

The Unforgiven III

Si no eres capaz de quererte o caminar,
desprenderte de tus cristales.

Si no te permites reír o llorar,
ni volar.

Ni rozarte las alas,
mientras cazas estrellas cercanas
de un cielo tan tuyo.

Si no terminas de vivir
y mueres cada noche a tus ojos.

No puedes.

Enfundar las pistolas,
si a cada hora
te apunta(s) a las sienes.



Perdónate,
si quieres
quererme.














Phantoms.

Los escalones asienten
como asumiendo
las sombras.

Son residuos de vida
o de muerte,
retinas.

Disparos al cielo
que nunca llegaron.

Recuerdos, pesares, salidas.
Encuentros, puñales, rutinas.

Espíritus sin alcance
que pueblan las calles,
todavía.

domingo, 14 de agosto de 2011

Just your Imagination.

"La imaginación es más importante que el conocimiento.
  El conocimiento es limitado, la imaginación rodea al mundo."
  Albert Einstein.



El espacio o límite
ajustaba cinturas y cielos,
dolía.


El suelo todo rodillas,
sin bolsillos en la piel,
secos los ojos.


¿Que hacer entonces?
Cuando nada libera.


Cuando las antorchas
iluminan sin ánimo
y bailan las plantas
sin tallo.


Cuando el viento habla de mas
y las alfombras
tiñen el suelo.





Vuela.




Nightbook.

La magia prolonga dedos,
el hombre siente el idioma,
transcribe,
entona.




sábado, 13 de agosto de 2011

La Creación.




Miguel Ángel es un faro de ojos que apunta, y se pregunta: 
" ¿Por qué no dibujé a la mujer?
 Me sobra(n)  un Dios menor y dos manos".

miércoles, 10 de agosto de 2011

Still.

A veces me derramo
sin motivo.
Pierdo el alma por las manos,
se me escapa.

Y ya no canto,
simplemente observo
el cenicero.

Ese cúmulo de horas o recuerdos
presentes,
símbolos ardientes
del pasado.

Ahora que (me) caigo,
pienso en mis ojos
de ti.

En tu cuerpo
hecho a  moldes
de mis labios.

En la vida o entreacto.

En lo que perdemos a diario,
que es tanto,
que ya no sumo
ni resto,
sólo sangro.

viernes, 5 de agosto de 2011

Turn The Page.


Un puño de espinas o posavasos.
Un duelo de noches sin premio.
Una mirada sin vida.

No se permite caer.

Algún día la suerte vendrá por la senda,
sin ser llamada, sin ser pe(r)dida.

Hasta entonces, cada cuerpo de su cuerpo
será una parcela del purgatorio
donde habiten las almas caídas.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Dream.

El cielo me dejaba
y  dolía.
Yo que siempre fui azul a intervalos.


Yo que buceaba por dentro
y salía a flote cada vida,
dejé de ser un punto y aparte.

¿Ahora qué hago?

Tendré que despegarme,
olvidar,
empezar a ser, siendo.

Impactar en tus pupilas,
para que vuelvas a encontrarme
a tu lado.

Camino.



El camino a cada lado, a cada párpado.
El hombre ajustando los hombros
que cargan recuerdos, instantes, pasado.


En la suela el presente
y del futuro
las manos.

martes, 2 de agosto de 2011

Exiliado en el lavabo.

Un disparo de sangre
en el fondo de la media luna muerta
del lavabo.


El espejo devuelve
las distancias
de ti contigo.


La música revienta
en ecos superlativos
que añaden latidos
a tu corazón desbocado.


Que vendrá después,
dime,
cuando se te quede pequeño el cielo
y no haya consuelo de vida
ni sueño paralelo
que calme tu ruido.


Que harás después de ayer o mañana,
cuando solo cambie tu cara de ombligo vacío
sin aire posible,
esclavo
de la noche eterna.


lunes, 1 de agosto de 2011

Déjame entrar.

 


La sangre recorre mi boca fría.
El invierno se resume en mi cuerpo de niña
que no camina.

Observo desde el cúmulo
de relojes vacíos que son mis cuencas.

La vida expira a mis talones,
mientras nada llena
este vacío de vientre a lo largo.

Pero llegaste,
y suenas.
Eres música para mi eterno éxodo.

Belmarg "el amarillo"

El sol se filtraba
entre las ramas como manos.
De cada una pendía un fruto
de un color intenso.

Como si cada rayo
se demorara en pintarlos.

El limonero era mucho más que un árbol.

A su sombra acudía cada día el anciano.
Alrededor, un grupo de niños y no tan niños
escuchaban sus historias.

Era un público fiel y entregado.

Pero los días se fueron oscureciendo entre el silencio
y la  lluvia que no terminaba de caer.


Fue el primer día de año nuevo.

La taberna era un estallido de jarras chocando.
El pianista tocaba,
mientras un coro de muchachos entonaban
canciones por todos conocidas.

Silencio.

Se apagaron todas las velas,
el frío atacaba cada garganta,
mientras un quejido lastimero
asomaba por la puerta,
llenando la instancia.

A Armand el pelirrojo
se le aflojó la vejiga.


La casa más cercana a la taberna era la del herrero.
Que fiel a su costumbre,
había sido el primero en dormirse.

Su hijo,
un muchacho corpulento de 16 años,
imaginaba en su cuarto,
reviviendo las historias del viejo del árbol.


Algo le removía las tripas
y no le dejaba conciliar el sueño.
Salió, recibiendo la primera oleada de terror.


El cielo no existía,
el viento solo traía ecos de muerte,
gritos inhumanos procedentes de la taberna.


Cogió la espada,
pero una mano le detuvo.

"Ve al limonero, hijo"

Era el viejo.
Lo sabía por sus ojos azules
y la cicatriz de media luna en la mejilla izquierda.

No por su aspecto,
porque el hombre que estaba ante él,
tendría unos cuarenta años a lo sumo.

"Pero, quiero ayudar" dijo él.

"Morir hoy no es tu destino.
Rápido, no queda tiempo.
Ve al limonero"

Corrió como si no aguardase el mañana,
echando una última vista atrás,
quedándose con la imagen de aquel hombre
entrando en la taberna.


Exhausto llegó al árbol.

No podía creer lo que estaba viendo,
la corteza tenía un agujero negro en el centro
y el suelo era un cementerio de ramas.


Pero algo brillaba.
Apartó con una mano  un cúmulo de hojarasca,
mientras con la otra se frotaba los ojos.


Después la nada,
el silencio,
un hueco en la memoria.

Sólo el dolor del golpe,
como si hubiese caído de algún lugar remoto.

Alguien le levantó
entre un baile de colores.
Seis haces de luz
cuyo origen era ese hexágono.


Se miró la mano,
ni rastro del limón brillante.