lunes, 20 de febrero de 2012

Zero.

Se ahogaba
el amanecer,
víctima
de una persiana
homicida.


En la cama
el hueco
que era
secreto
y herida.


Caricia abandonada
a la suerte
de un Dios
cruel.


En el cabecero
las sombras
reunidas.


Y en el suelo,
sólo la ceniza
de todos los sueños
desnombrados.


Las sabanas
eran pieles mudadas,
sin vida.


La risa,
un despertador
equivocado
y maldito.


El hombre
era
un hombre
sin sombrero.


La imagen dislocada
de un labio
perdido.

2 comentarios:

  1. niño.. es increible como expresas....

    la soledad en cada estrofa y la nostalgia reflejada en ellas..

    me pone un tanto moñas pero me encanta.. la leo y dan ganas de darte un achuchón por aquello del calor humano!!!

    un beso eusebio

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  2. Un abrazo Grande, Myriam.
    Muchas gracias :)

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