domingo, 12 de octubre de 2014

7:18

Vivo en una tierra preciosa
donde el sol baña de punta a punta cada suspiro del día.

Una tierra curtida y rebelde en mil situaciones,
acostumbrada al dolor y al silencio
donde unos pocos son tan cretinos y miserables
que solo saben gobernar a pierna suelta.

Siento una profunda vergüenza de todos ellos, de sus decisiones, 
siempre pequeñas, torpes, mezquinas, crueles
interesadas decisiones que nos afectan al estómago
que reducen nuestro espacio y nos ponen en peligro de contagio, 
porque al final la estupidez terminará siendo contagiosa.

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