sábado, 4 de septiembre de 2010

París.


Llueve.
No deja de hacerlo.
Lo dicen las pupilas de París.

Allí.
Bajo la torre siempre amada.
Saltas.
Sin mas techo que un paraguas.

¿Que provoca tu delirio?

El espejo se prepara.
De tus suelas.
Las pisadas.

El camino abierto.

Y abierto tú.
Al salto.
De la vida.

Que se presume.
Del otro lado.
De tu lado.

A fuego del cuerpo.
Ya nombrado.

De sus labios los colores.
Que aquí faltaron.
De su pecho el deseo liberado.



Saltaba,
mientras de sus labios,
se escapaba:


"París se fugó.
A tu ombligo.
Y yo entre lluvia.
Contigo."

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