Es jueves
y sol
la mañana se filtra
a través de una fina lámina azul
camino despacio
como si dudase
entre sueño o ciudad
se abren las puertas
del ascensor del metro
somos cuatro
no, espera
una chica viene corriendo
a lo lejos
llega una chaqueta de entretiempo
un jersey color cielo, leggins
y unas botas con cristalitos incrustados
bloqueo la puerta
me da las gracias
con la media sonrisa
a punto de romper
se sitúa de espaldas a mí
su pelo es un universo
en movimiento,
un rizo que llama a otro rizo
ese olor
creo que no necesito café
ya estoy despierto
mis hormonas lo deciden
en apenas dos segundos
se aleja, camina, corre
el metro está llegando
yo prefiero dejarlo
a la incertidumbre
y
entro
en el último segundo
está de pie
en medio del vagón
concentrada
leyendo un libro
de Federico Moccia
me descuadra
no sé que pensar
hubiera imaginado
cualquier otro libro
menos ese
me pellizco la cara
mientras en algún lugar
Mario Casas se ríe de mí.
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