lunes, 14 de mayo de 2012

Ya no escribo poemas de amor.


Mi labio
vuelve a estar
intacto,
ya no me muero
en el tránsito
de mis pestañas.


Se suicida
el sol,
enseñándome
cómo se hace,
pero
mi verbo
ya no responde.



Vuelve la noche
apuntando a las musas,


caen
una a una
como teclas
de un piano
a la deriva,

apagando
los últimos fuegos
que me quedaban.




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