Una mano,
que bien podía ser la mía,
ajustaba horizontes.
Como delimitando cada punto y cielo,
cada espera de tierra,
cada sueño venidero.
Los puntos y apartes,
eran suturas de viento,
encierros voluntarios,
penitencia de párpados vencidos.
La vida era lo siguiente,
el espacio abierto de mis flancos.
Enfocado.
ResponderEliminarBesote, Bea :D
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