lunes, 4 de abril de 2011

Enfoque.

Una mano,
que bien podía ser la mía,
ajustaba horizontes.


Como delimitando cada punto y cielo,
cada espera de tierra,
cada sueño venidero.


Los puntos y apartes,
eran suturas de  viento,
encierros voluntarios,
penitencia de párpados vencidos.


La vida era lo siguiente,
el espacio abierto de mis flancos.

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