Sin medida,
de sábana o cuerpo.
Mis pupilas te observaban,
como naciendo,
a cada segundo de ti...
Campaba a sus anchas,
sin límite de espacio o historia,
azul claro a todos los ojos.
Valiente de fondo y de causa,
abierto como una diana.
Desnudo,
todo el,
perfumado de viento,
y emblema.
Pero ni todos sus siglos reunidos,
podían si quiera abarcarte,
a ti.
Heredera de todas las lunas,
inmensa,
de labio y esfera.
Diosa de aquella mañana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario