Si no eres capaz de quererte o caminar,
desprenderte de tus cristales.
Si no te permites reír o llorar,
ni volar.
Ni rozarte las alas,
mientras cazas estrellas cercanas
de un cielo tan tuyo.
Si no terminas de vivir
y mueres cada noche a tus ojos.
No puedes.
Enfundar las pistolas,
si a cada hora
te apunta(s) a las sienes.
Perdónate,
si quieres
quererme.
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