sábado, 21 de agosto de 2010

Hope.

El hombre que había nacido para proteger.
No se quería así mismo.
Andaba siempre de pelea con los espejos.
Con la vida, con el tiempo.
Pero aquel día llovía mas de la cuenta.
Y en el bordillo de la calle, había una chica.
Esperando para cruzar.
Llevaba falda, y una sudadera calada.
Jugueteaba con los dedos melodías.
Mientras desenredaba los cables del Ipod.
Un coche patinó.
Empotrándose donde estaba ella.
El sólo recuerda saltar de lado, apuntando a milagro.
Aturdido, con ella en los brazos.
Era martes y trece.
Y el cielo comenzaba a dar tregua a dos almas.
Que se identificaban entre lluvia y cristales rotos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario