jueves, 14 de octubre de 2010

Doomed.


Minuciosamente.
Se tatúa.
Cada círculo del infierno.
En el cuerpo.

Es un ritual.
Un juego de recuerdos.
El triste comienzo de cada mañana.

Atrás queda una almohada de arena.
Una cama sin cielo.
El alma sin dueño.


La vida queda lejos.
Cuando el presente es un crepúsculo repetido.
Un racimo de puñaladas.
Una frente entregada.


A los rifles de la dictadura.
Al desfile continuo.
De la muerte consigo.

No hay paraíso conocido.
Ni futuro que albergar.
Cuando el viento sopla igual.
Un día, tras otro.

El futuro es un instante.
Un muro colindante.
Un desprecio repetido.

Una orden propagada.
Desde la caverna de los bastardos de la estirpe de Caín.
Que sólo quieren vivir.



Matando.

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