sábado, 23 de octubre de 2010

Happy Helloween.


Un coro de sapos desentona.
A medianoche.
En el horizonte de la charca.
Dos faros.

Un coche.

La noche viene enrarecida.
¿Será que llueve sal?

Una pala.
Y en el maletero una mujer amordazada.

En la radio a media asta , la voz de Iker Jiménez.
Y los muertos de las tumbas afinando los discursos.

Sangra a distancia la luna.

Los árboles desafían al destino,
apuntando al asesino.
La muerte espera en la cuneta.
Maldiciendo su trabajo.

Abre el maletero.

Las manos sanguinolentas agarran el brazo.
A punta de pistola, ordena:
"Arrodíllate, Perra".


El tiempo dibuja paredes.




Cerraba ya los ojos, apretando los dientes.
Cuando "algo" irrumpió el espacio.
Absorbiendo la noche.

Una voz decadente.
Fría.
Resumiendo en un eco sobrenatural.
Todas las cavernas de la mente.


Fue un instante.
Un delirio.
O quizás un augurio.


De que ni los muertos aceptaban el homicidio.



Epílogo:

Ante tal aparición, el asesino en cuestión emprendió la huida.
Cayendo barranco abajo de aquella noche, y de la vida.
Tres días después encontraron su cadáver.
Mientras su alma se la repartían, los cuervos de las tierras baldías.

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