sábado, 9 de octubre de 2010

Historias del Metro.

"Era el segundo vagón.
Yo era una humana consecuencia de un día difícil.
Siempre lo es , el primer día de trabajo después de las vacaciones.
Al cielo le sobró un crepúsculo.
Ya era de noche, cuando yo aceptaba la oscuridad subterránea........"

De vuelta a casa siempre hay un asiento libre.
El sueño ataca mis flancos, pero el continuo goteo de gente mantiene mis párpados erguidos.
Perdido en imágenes lejanas, miro sin ver.
Pero casi sin querer tomo conciencia del entorno.

Enfoco una cara.
Cómo el que evalúa a que atenerse, ante un dibujo desconocido.
Veintiséis años es la cuenta aproximada , el pelo suelto desbordado en los hombros.
Morena, de mediana estatura.
Pero al ajustar la mirada , algo no cuadra.
Los ojos felinos de pupilas dilatadas.
Orejas picudas.
Y con treinta grados de media, lleva abrigo largo por debajo de las rodillas.
Sandalias espartanas.

Siento un escalofrío.
Y escapo volando a mirada.

Pero me detengo en la siguiente cara.
Cincuenta y seis años, gafas de pasta.
Pelo graso, de estatura baja.
Camisa negra, corbata a rayas.
Pero no lleva zapatos, va descalzo.
Y en los brazos, una mochila desproporcionada.
Como si en su interior, llevara lo indispensable para sobrevivir ante un posible ataque nuclear.

Esto es insano.
Me muerdo las manos, con la esperanza de que yo mismo sea un pedazo de sueño.
Pero no despierto.
Y duele.


La tercera cara, pertenece a una anciana.
Apenas cuarenta kilos la contienen.
Pero lejos de estar encorvada.
Mantiene la mirada, mientras se agarra a la barandilla, con una fuerza desproporcionada.
Transmite una energía extraña.
Y me fija, como si el equilibrio del espacio-tiempo dependiera de su enfoque.


Quiero gritar, pero mi garganta es un refugio de arena.
Lejos, a tres vidas de distancia, un niño pelirrojo lee absorto una edición de bolsillo del Señor de los Anillos.





Yo sólo quiero llegar a casa.....

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