Después del espejo,
salté no se a donde.
El horizonte era una pared de mis hombros.
Del hombre que me siguió
apenas puedo decir nada.
Solo.
Como si el mundo naciese a mis ojos.
Y yo despoblando cada camino
de mis pisadas.
Pensé en ser un replicante
pero había demasiada luz
y faltaban las calles.
Sólo había árboles como torres de Babel
y viento, mucho viento.
Hablé,
sin esperar nada a cambio,
mezclando risas y voces.
Dueño del espacio infinito
de mi,
libre de todos los nombres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario