domingo, 26 de junio de 2011

Historia de una noche de verano

Cruzas
sin mirar a los dados,
desechando cualquier limite de antemano.

Cuelgas el traje al salir, 
desnudo de trampas,
pleno de luz y deseo.

Tienes hambre de todo,
la calle se abre ante ti.

Las farolas dan palmas,
los gatos secuestran princesas,
la luna duerme en el fondo.

La noche es un tranvía en su primera palabra
y la palabra es ese ojal sempiterno
pendiendo de tu pecho.

Tú eres,
sólo una excusa.

Bailas al son de la música 
que te acerca a los labios 
de esa mujer que te nombra.

Lo demás nada importa,
sólo ella y tú
en un binomio de piel  y deseo.

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