Apuran los designios
las copas de mi boca,
como queriendo arrebatar
cada nombre
de mi nombre.
Yo,
indivisible
de mis cuencas.
Yo,
presente en cada puerto
de mis puertas.
Regente del futuro de mis sueños,
vasallo de mis manos en desorden
libre de mi labio a cada vida
y en todas las orillas
que me pueblan.
El Yo se hace inmenso cada vez que nos adentramos más en él...
ResponderEliminarFelices días amigo, Buenas letras...
Saludos
Muchas gracias, David.
ResponderEliminarUn abrazo Grande.