domingo, 31 de julio de 2011

Amathing "el rojo"

El cielo era mucho más que una suma de estrellas,
mucho más que un vientre de luna,
era una claraboya sempiterna
que despejaba el espacio entre los ruegos de los hombres que quedaban.

Aquella edad se desangraba
a cuchillo de codicia, hambre y Dioses.

Las sombras recorrían todas las distancias
y los héroes dormían o lloraban.

Todo empezó en aquella ciudad
que alguien llamó: "La cloaca".

A la entrada estaba el puesto de mando
donde dos centinelas del infierno
penetraban a una mujer
a la que ni voz, ni vida quedaba.

En el primer poste,
clavado el cadáver de su bebe.

Todos los gatos escondidos,
aullaban a intervalos
rezando a la luna el milagro.


Sin rastro del tiempo,
dudosa hiena al servicio del pasado.
Porque del presente una losa
y del futuro la nada.

Ni música quedaba.


El aire viciado,
atrapado en la garganta de la desesperanza
que todo lo colmaba.


Pero de la tierra inmaculada
apareció
un portal olvidado.

Un hexágono inmenso.

Su vientre era un cúmulo de espejos
y lo que quedaba de luz de luna
penetraba por el centro,
del que brotaba inmenso
un abanico de colores.

"Un color por cada espejo."

El viento desató el cabello de los árboles,
y como un rumor de hoja en hoja
 propagó el primer nombre.

Ese fue el instante,
en que trazaron círculos los nenúfares,
mientras en el fondo del lago se despertaban
criaturas antiguas,
olvidadas.

Alumbró el primer espejo
y del parto de su boca
brotó una figura.

Nacía la magia
en los ojos de ese hombre,
que despertó para cortar los hilos macabros
de unos pocos
que subyugaban al resto.


En el horizonte,
que era un despunte de luna,
aguardaban los otros cinco.....

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