De la magia: tu nombre.
Ese que (me) late ,
y se dispara,
en todas las direcciones.
De las palabras inmortales:
una,
la que define este puente de siglos.
De ti:
tú.
Mas nada.
Y del milagro,
la mirada.
Porque es el alma de los ojos,
quien nos junta,
o afianza.
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