domingo, 20 de marzo de 2011
Sword of Soul.
Era el fin.
(O eso parecía.)
Al entornar los ojos al cielo.
Y ver ese par de soles vencidos.
Como apagados por una mano gigante.
Lo bueno de las espadas, es que rinden tributo a la muerte,
desde el primer momento que fueron creadas.
Y la mía devolvía los agónicos llantos,
de un mundo a la deriva.
De la aldea,
sólo sangre y cuerpos.
De la muerte,
el futuro arrancado.
Y yo,
último de una estirpe de recuerdos,
frente a esa boca inmunda,
de aquel ser que todo lo robaba.
( Tan desnudo de mi me dejó,
que hasta el miedo me arrancó de cuajo con un grito)
Solo.
Mi brazo derecho latía.
Como infundiendo Fe a un trozo de acero.
Con la espada en alto y el alma libre.
Corrí a cuerpo abierto.
Hacia todas las sombras.
Para desde dentro.
Abrir espacios.
A la vida.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario