domingo, 17 de julio de 2011

Hombro, pecho, ombligo.



El hombro izquierdo.


Cima del ombligo distante,
puerto de los sueños volantes, 
perspectiva.

Todo empieza por el hombro, 
aquí y ahora.

"Imaginen mi cara.
¿La tienen?
Bien.
Un poquito mas abajo."

Mi hombro izquierdo es una constelación de lunares
que entre sí acumulan historias, 
peldaños.

El primero empatiza con la noche a mis espaldas, 
el segundo abandera los sueños en desorden, 
y el tercero
se despoja de los párpados para clarear horizontes matutinos.

A medio camino de mi pecho, 
destino o cuadrante
de las voces que la noche y los sueños
dejaron reunidos.


Mi pecho.

Se resume en un vórtice rosado, 
una tecla de deseo que desea
cada labio de tus labios.

( Por eso cuando contemplo mi pecho izquierdo
en un palmo de imágenes,
resumo tu cuerpo desnudo
y el calor que nace
cuando pueblas
cada noche de mis noches)

Pero el camino sigue, 
mientras la hoguera emite
calor o vida, 
música.

Y a través de puentes o costillas,
llegamos al origen de todos los caminos.

Ombligo.

Y llueve la vida a través de un único ojo,
faro de dos cielos
madre de rutas
abrigo y amparo.

Redoble,
portavoz del alma 
que se asoma.

Y cuando se asoma,
cierro los ojos dormidos
abriendo ventanas 
que antes sólo intuía.

Reflejos de tantas vidas que olvidé, 
para seguir viviendo en este cuerpo
o estación
que me abarca
como parte de tus labios
a los míos.

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