Vuela,
la gran bola de fuego.
Hay quien dice que es
un residuo
de tu piel o universo.
Que eres
cuando desnudas el cielo
y sólo tú
quedas como único
aliento.
De las retinas que traigo
de las retinas que invento.
Y después,
se supone que después
sólo quedará tu labio.
Y todos los muestrarios
de cada incendio que irradies
mientras bailas.
Que de la boca que derrames
yo llenaré mi copa
resumiendo cada tarde.
De tus pechos la hermosura
de tu ombligo la locura
y de mis manos tú.
Que yo ya no respondo por mí
en esta hora y en todas las horas
que nos apuntan.
como siempre sensible poeta acaricias nuestros sentidos con tus bellas letras, infinitas gracias por hacernos confidentes de ellas, un besin de esta amiga admiradora.
ResponderEliminarAl final quedan residuos incandescentes
ResponderEliminarBuenísimo poema. Felicidades
Salud
Francesc Cornadó
Un besote, Julia :)
ResponderEliminarGracias, Francesc. Un abrazo grande.
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