viernes, 23 de diciembre de 2011

Mírala, mírala.

La nieve nunca llegaba
al balcón desde el que me asomaba
a la historia.

Sólo tú,
como parte
y sueño.


Madrid era Madrid.
Una sucesión de horizontes.

La boca de la puerta de Alcalá,
tragándonos,
¿Por qué nos dejó huir?

Si a mi me sobraba el techo de ese día,
enredado entre tus piernas.

Pero no,
seguíamos,
impregnando cada foto,
cada pausa.

Éramos
nómadas paralelos
de un cielo
a nuestra medida.

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