martes, 27 de diciembre de 2011

The World of Magic.

Disneyworld era un lugar inalcanzable.
Existía en el cine, en las voces y en los sueños.
Era un lugar remoto, escondido.
Había que ser famoso o millonario para poder ir.

Nosotros, los niños de entonces, nos conformábamos con ir una vez al año al parque de atracciones.


Yo por esa época estaba fascinado con E.T, los Goonies, los Gremlins, Regreso al futuro, los cazafantasmas....y asociaba EEUU con toda esa magia.
Fantaseaba con ir a Hollywood
y por supuesto quería ser director de cine.

Fabricar mis propios sueños, acercándome al origen.
Pensaba : " Cuando sea un director de cine famoso, viviré allí   y podré ir a Disneyworld cada vez que quiera"

Cada vez que quiera.

Sobra decir que los sueños que uno tiene en su infancia pueden o no cumplirse, pero siguen ahí, latiendo con el paso de los años.

Por eso el día en que fuimos a Orlando, estaba nervioso como si nunca hubiese salido de mi casa.
Como si fuese ese niño que una vez soñó con acercarse.

Ahora cierro los ojos y se agolpan las imágenes.

Recuerdo el trayecto en coche,
la música,
tu mano,
el paisaje.

A los lados se extendían densos bosques
propiedad de los indios Seminoles.

Mis ojos eran dos reflejos reunidos,
dos edades
que se juntaban
en ese instante.

Mirarte
era sonreír,
amar.

El tiempo una línea discontinua,
una flecha
que sólo indicaba.

A las puertas estábamos.

Recuerdo la sensación de inmensidad que percibí
al ver la extensión de terreno que ocupaban
cada uno de los cuatro parques:
Magic Kingdom,
Epcot,
Disney´s Hollywood Studios
y Disney´s Animal Kingdom.

Lo que viví, lo que soñé y lo que sentí me lo guardo sólo para mí.

Sólo me gustaría recordar un instante,
una lluvia,
una tarde.

Estábamos en Epcot,
nos íbamos ya hacia el hotel y comenzó a llover,
pero la lluvia no podía tocarnos.

"Está lloviendo, pero yo no siento las gotas, ¿te lo puedes creer?
A mí me pasa lo mismo"

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