
Pujol.
En el centro del campo.
Sorteando.
Las cámaras.
Consolando a cada adversario.
Él era el protagonista.
De un momento único.
Pero eligió no salir.
Porque supo sentir.
A cada momento.
El llanto en los ojos ajenos.
Son un equipo.
Por encima de nombres.
Y pronombres.
Brilla una estrella común.
Esa es la luz.
Que puede culminar en desborde.
A pesar del tiempo y sus consortes.
Nos sobran heridas.
En este momento.
En que un único espíritu.
Sobrevuela nuestros cimientos.
Desperté inquieto.
Hoy.
Es el día.
Después de tres poemas.
Y mucha alegría.
Son muchos los latidos.
Que aguardan expectantes.
Son muchos los amigos.
Que posaron sus ojos en este delirio.
Y hoy.
En este momento.
En que la sangre me quema.
Sé que asociaré para siempre.
Este torrente.
A cada uno de vosotros.
Y sé que podemos.
Soñar despiertos.
Vivir las estrellas.
Sentir los deseos.
De los labios ajenos.
El pecho abierto.
Estadio de mi sentimiento.
Abierto a quien venga y grite.
Su nombre.
Su origen.
Hoy todos sois historia.
De mi memoria.
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