sábado, 3 de julio de 2010

Rompiendo la historia.


México 86.

España-Bélgica.
Cuartos de final.
Yo tenía ocho años.
Observaba mientras cenaba, como mi padre miraba nervioso el partido.
Una energía especial copaba el salón de mi casa.
Final del partido.
Prórroga.
Penaltis.
Y mi padre me manda a la cama.
"Tienes que dormir."
No le hago caso.
Y escondido detrás del sofá, miro a Eloy colocar el balón en el punto de penalti.
Falla.
Enfocan las caras de la gente.
Alegría y decepción.
Los belgas no fallan.
Y salimos eliminados.
Me quedo atontado viendo como un hombre pintado con los colores de España llora...
Aquella noche me costó dormirme.
Y sentí pena.

EEUU 1994.

España-Italia.
Cuartos de final.
Dieciséis años.
Recuerdo que después de la comida no me podía dormir.
Pensando en el partido.
LLaman al timbre.
Son mis primos.
Traen helados y frutos secos para el partido.
Vivimos juntos la tensión, toda la familia.

Julio Salinas, sólo.
Los centrales italianos se paran, no llegan, es un mano a mano con el portero.
Falla.
Silencio.
A la siguiente jugada Roberto Baggio marca.
2-1.
Muere el partido.
Mueren nuestras ilusiones.

Con el tiempo casi cumplido.
Le rompen la nariz en un penalti clamoroso a Luis Enrique.
Mas silencio.
El árbitro pita.
Final del partido.
Las cámaras enfocan a Luis enrique.
Atendido por un médico de la selección y llorando desconsoladamente.

Esa imagen se me quedó grabada en la retina.
Y todavía hoy la recuerdo.

Mundial de Corea y Japón 2002.

Corea-España.
Cuartos de final.
Veinticuatro años.

Recuerdo que el partido, era a primera hora de la mañana del sábado.
Pusimos el despertador.
Nos sentamos ante el televisor mi hermano, mi padre y yo.
Yo tenía la muñeca rota, (me la rompí jugando al futbol el día anterior).
Apenas pude dormir por el dolor.
Comienza el partido.
Corea presiona cada balón.
Y nos cuesta crear ocasiones.
Empieza a planear el pesimismo, mezclado con gotas de victimismo..."seguro que nos van a joder" grita mi padre.

Gol anulado a Morientes.
El juez de línea, entiende que el balón salió fuera, en el centro preciso de Joaquín.
Comienza la debacle.
Se advierte en los rostros de los jugadores, el desasosiego.
Llega la prórroga.
Y después los penaltis.

Yo me salgo de la casa.
No puedo seguir viendo.
Son cerca de las 11:00 de la mañana, si mal no recuerdo.
Y en las aceras no hay ni un rastro de vida.
Sólo el canto de los gorriones interrumpe el silencio.
Toda la gente pegada al televisor...

Ni un grito de júbilo.
El silencio me cuenta que España perdió.
Camino sin rumbo por unos minutos.
Me encuentro a un vecino con su perro.
Me da el pésame.
Y yo como no sé muy bien qué hacer.
Me voy a buscar a mi amigo David.
Y nos vamos a dar una vuelta.
Nos tomamos un par de cervezas.
Mientras nos acordamos de la familia del juez de línea, del árbitro y de la mala suerte.



Hoy la historia puede cambiar.


No estoy nervioso.
Quizás un tanto emocionado.
Por asistir a la apertura del círculo.
Y superar el límite.
Que nunca pudimos rebasar.

No es futbol.
Es vida.
Es símbolo.
Es querer.
Es poder.
Es soñar.

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