jueves, 31 de marzo de 2011

Una historia del Metro.

Silencio de aire.
Como si no existieran los espejos.

Allí,
quieto.
Como un títere o maniquí resuelto.
Como víctima de una secuencia de Matrix,
sin patadas al aire, ni balas que esquivar.

Absorto en tiempo de nadie.
Espectador de todo.
( La vida era gigante)

Viendo a aquella pareja besarse los ojos.
Como si sólo existiesen ellos.

La realidad se deformó,
(de eso estoy seguro).

Del cuadro sobraban los diarios,
también la música de los ipods,
y el libro olvidado en el tercer vagón,
de aquel tren  lleno de actores secundarios.

2 comentarios:

  1. Ha sido un placer enorme leer este poema en el que me he reconocido totalmente, absortos en nuestros pensamientos miramos sin mirar o tratando de imaginar las vidas de aquellos que están enfrente.

    Preciosa esa imagen de la pareja que se besa los ojos donde no existen más que ellos.

    Me ha encantado, un beso Eusebio, me gusta mucho como escribes

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  2. Tus palabras son un regalo grande, Ana.
    ABRAZO

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