domingo, 25 de julio de 2010

La caza.

Pelo graso.
Marcas de viruela.
Dientes amarillos.

Cicatriz en forma de rayo.
Dibujada del ojo a la sien.
Bien podría ser un pirata.

Las sombras se espantan.
El miedo tiene su rostro.
Tiene su cara.

Arpón en mano.
Suelta amarras.
Se preparan las olas.

El ojo del horizonte.
Llora sangre.
Las estrellas no responden.

De la comisura de sus labios.
Se desparrama la saliva.
Cuando ve a su presa, sin salida.

Tensa los músculos.
Desorbitadas pupilas.
La muerte alinea coordenadas.

Fue un segundo.
Lo que tardó la luna.
En intermediar a verso.

Con un rayo.
Que deslumbró a la muerte.
Y condeno al fallo.

A su lacayo.
Que murmulla entre dientes.
“Yo nunca supe, que los peces vuelan”

2 comentarios:

  1. parece que la muerte siempre alinea coordenadas,serán un vértice entre la condena y el fallo??buena "caza"saludos

    ResponderEliminar