jueves, 1 de octubre de 2009

Donde habita el olvido

La luna en bandeja de plata, es el punto de referencia, el faro de la noche, el termómetro de inspiración para los poetas, que la fijan, y se abandonan a su suerte...y fluyen cientos de historias paralelas.

Un gato juega con el cubo de la basura, mientras un sonido capta su atención, son los acordes de una guitarra, en el primer piso de ese edificio, una ventana abierta a la noche y en su interior esta él, se suceden los acordes, las notas flotan susurrando mensajes, porque nuestro protagonista, acaricia la guitarra como si fuera el cuerpo de una mujer....y mientras la melodía conquista territorios, una lágrima se descuelga, y avanza a través de sus mejillas.

Y piensa que quizás dibujó demasiado pronto el futuro en unos labios, unos labios que de manera inocente creía que eran una prolongación de los suyos, porque aquella noche dio lo mejor de él, una mirada, un gesto, una sonrisa, sus versos lucieron las mejores galas mientras salían susurrando convertidos en acordes de guitarra...porque le dedicó esa canción.

Sacó el talento a relucir, porque sabía que su figura se agrandaba en las distancias cortas, la noche se alió con el poeta, y la luna, máxima autoridad del firmamento, colocó estratégicamente un ejercito de estrellas, todos los actores estaban preparados para mandar un mensaje a su corazón.

Después de la última copa, sus labios se encontraron, sus cuerpos chocaron, por las venas quemaba el deseo, besándose en cada esquina, llegaron a su casa.

La puerta la abrió un vendaval, empezaba el combate, un enredo de besos, abrazos, mordiscos, ropa arrancada, zapatos de tacón tirados por el suelo...eran los primeros caídos de ese combate.

La penumbra de la habitación evocaba sus cuerpos,conociéndose, amándose, fundiéndose, labio a labio, piel con piel.

La noche fue vehemente, avanzando despacio, prorrogando el tiempo de los amantes, pero el sol no pide permiso, y llego a la hora programada, enfocando allí donde la oscuridad maquillaba la realidad, quitando mascaras, y ella huyó, se fue, cerrando todas las puertas, con los labios pegados, mientras desaparecía en el umbral de la habitación , se giró y lo miró por última vez, esa era su despedida sin esperanza.

La guitarra sigue contando la historia, su historia, la historia de los amores perdidos, el piensa que no necesita mas inspiración, que no la quiere envuelta en amargura, mientras un gato corre a refugiarse en el siguiente callejón, y al girar la esquina sus ojos felinos se detienen en una nueva historia...

1 comentario:

  1. Siempre pensé que donde habita el olvido es un recoveco en el corazón que sólo se abre en las noches perdidas en cualquier rincón de la habitación, siempre me gustó creer que en las canciones y en los poemas habita un poquito de ese olvido, que en realidad no es olvido...
    Me gustó mucho Eusebio...

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