sábado, 17 de octubre de 2009

Icaro

Una hoja coloreada que se resiste al viento con obstinación, pero pende de un hilo, y el vinculo que unía su vida a la rama se rompe, y cae.

El viento la mece arrepentido, fabricando con sus manos un colchón invisible que suaviza su descenso a la tierra.

Ahora yace tumbada en la arena, derrotada, arrancada de su seguridad en la rama, sin mas esperanza que la que no existe, esperando que un caminante anónimo la pise y termine con esta función.... y piensa: ¿ por qué tuvo que ser en otoño? En la época del año donde mas bonita me siento, donde contribuyo con mi cuerpo a la belleza de la mañana...

Pero por ahora dejemos por un momento a la hoja de otoño y sus pensamientos, y avancemos un poco mas, hasta ese claro del parque donde dos niños juegan, un anciano mira al horizonte sentado en el banco y una pareja de adolescentes se comen a besos.

Tres visiones del presente, tres enfoques diferentes del ahora, cinco pares de ojos mirando cada cual a distinta dirección.

Los dos niños que juegan a la pelota, entre risa y risa, energía desbordada, el árbol del cual caen las hojas no es un árbol a sus ojos, sino un poste de una portería imaginaria, el césped el campo de fútbol y el balón el vehículo de su entretenimiento, no miran alrededor, no se detienen en el paisaje, tan sólo ellos dos y el balón...no existe mas en esta ecuación, tan sólo la diversión pura, desnuda de preocupaciones..

Giremonos ahora, mirando hacia atrás, sigamos el camino que nos lleva al banco donde dos adolescentes juegan a quererse, descubriendo palmo a palmo sus cuerpos, desbordándose la pasión. Para él no existe mas universo que ella, el viento es un actor secundario, el parque y su entorno un paraíso lejano quizás, porque en este presente continuo sólo existe ella, su ojos, sus labios, su pelo, su cuerpo, y mientras se besan y se siguen besando, no importa nada mas, no existe ningún pensamiento ajeno, a ese momento en el que uno mas uno siempre suman dos.

Que bella estampa, ¿ no os parece preciosa la foto?, pero dejemos un poquito de intimidad a esta pareja y seguidme de la mano hasta la última parada. Andemos hasta el extremo opuesto del parque, siguiendo el rastro de hojas secas, allí nos espera un anciano, sentado, observando el entorno.
Sus ojos marcados, teñidos de arrugas observan la vida con intensidad, deteniéndose en cada esquina, siguiendo el camino de hormigas que transportan víveres a su morada , contemplando también aquel pájaro que canta, los niños jugando al balón y mirando de reojo la pasión de la pareja de adolescentes.

Mirando al gran árbol y suspirando ante la belleza de las hojas coloreadas al caer, contando una a una las nubes, guiñando el ojo al sol.

Nuestro último protagonista es el que tiene una visión global, se agarra a la vida con los ojos abiertos, como si no hubiera un mañana, como si quisiera retener toda la vida en un instante, como si escuchara un silbato a pie de tren y no quisiera partir....y allí lo dejamos a solas con sus pensamientos, abrazado al presente, y volvemos a la hoja caída, apunto de llorar, pero en un último instante se produce el milagro...
Y comienza a elevarse, empujada por el viento, alto y mas alto y se siente libre y feliz inmensamente feliz, y deja de ser una hoja y se convierte en metáfora, en metáfora de la vida, porque a cada rato somos como Icaro, volando y cayendo y volviendo a volar..

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