domingo, 22 de noviembre de 2009

Bloody Mary

Camina lentamente, tanteando el empedrado de la calle, afirmando sus intenciones, en el fondo esta su destino.
Porque la noche se muere y el quiere beberse a sorbos el ultimo trago previo al amanecer, allí.
En la puerta de entrada del pub, una inscripción sacada del infierno de Dante, mientras la lee piensa: " es cierto, quizás no haya esperanza".
Arroja su cigarrillo en un último movimiento, y desciende al primer circulo del infierno.
Bajando torpemente las escaleras, desemboca en un ambiente viciado por el humo y la colonia barata.
En frente un barman teñido de lamparones lo saluda, ofreciéndole un asiento reservado, un billete de ida a la perdición, mientras acaricia la botella que descansa entre sus manos.
El se acomoda y sus labios pronuncian: "Bloody Mary", mientras en dos movimientos se desabrocha la chaqueta, dejando todas las heridas abiertas.
Antes de probar el primer trago, le hace un boca a boca al olvido, rescatando recuerdos que son cristales, que laceran cada rincón de su piel.
Por eso siempre pide Bloody Mary, porque allí, en aquel lugar cada dos noches se desangra y necesita sangre fresca que mantenga sus constantes vitales.
Suenan los acordes de piano de las 3:00 de la mañana, y como un ritual programado, dos piernas extremadamente largas avanzan desde aquel rincón, dos piernas embutidas en medias de rejilla y minifalda negra.
Su nombre de guerra es Carla, apenas tiene quince minutos entre un cliente y otro, y ella se desangra también.
Por eso sus labios pronuncian: "Bloddy Mary", y al escuchar esas palabras él se gira, y sus miradas se cruzan.
Porque en el infierno de las almas ajadas, donde al consuelo tiene nombre de cóctel, también hay sitio para le esperanza.
Aunque sea efímera, aunque sólo dure 15 minutos, tiempo mas que suficiente para que dos criaturas malheridas, a golpe de desengaño, se laman las heridas...una vez mas.

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