lunes, 30 de noviembre de 2009

The Magician.

No se si fue por escuchar 16 veces seguidas la misma canción, o por traer siempre al presente de indicativo, el mismo recuerdo de un pretérito anterior.
Quizás también influyo de manera decisiva mi suplica repetida e insistente a la luna, y por ende a todos los astros celestes que mi mirada telescopio podía abarcar.
Quizás fue el texto memorizado de mi libro de cabecera, o mi parentesco de sangre con el ingenioso hidalgo Don Quijote.
Quizás fue mi alma rota, echa jirones de sueños incumplidos.
Quizás fue mi manera de besar, como si cada labio fuese el último labio, como si cada verbo fuera el último verbo..
No se que grado de alquimia operó, pero después de aquel sueño de estrella temprana, de cielo florido y noche infinita, nací de nuevo.
Aquella mañana de diciembre, con los sentidos desbocados, me sorprendí leyendo runas y sabiendo nombrar cada cosa por su nombre primitivo.
Sorprendido, abrí las ventanas al conocimiento que antes estaba oculto, y descubrí el idioma de los pájaros, y sentí el murmullo de las plantas.
Y pronto me vi, moviendo objetos con tan solo desearlo, leyendo las mentes de los viandantes, con tan solo un pestañeo de voluntad.
El poder era una descarga eléctrica, desatada por mi columna vertebral, mi cerebro era el pararrayos de esa fuerza desconocida y oculta, y el mundo un abanico de posibilidades.
Pronto me hice con un nombre al que respetar, y cada tarde en aquel teatro, abría los ojos a 100 espectadores mortales.
Sus bocas abiertas, su mirada fija, y su emoción contenida, eran la savia que nutría aquel lugar etéreo, del cual manaba la magia de mi alma.
Jamás encontré oposición ninguna, por parte de ninguna criatura mística, que anulase mi poder.
Entonces llegó ella, su silueta, en mitad de la penumbra del patio de butacas, me turbo enormemente, fue como si todos los adjetivos que definiesen la hermosura hubieran ido a descansar sobre su pecho, como si sus caderas fueran el ultimo lugar donde agarrase antes de que aconteciese el fin del mundo.
Entonces su mirada me miró y mi magia se esfumo......poderosa Afrodita.

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