domingo, 1 de noviembre de 2009

Tube

La vida está llena de casualidades, de momentos que te sacan de la rutina establecida por el sol, son mensajes entre lineas, porque a veces al tiempo que se nos ha concedido le da por improvisar, y juega con nosotros, fabricando situaciones especiales, dibujando encuentros en mitad de la mañana.

Y ahí tenemos a nuestro protagonista, fijaos en él, alto, rubio, delgado, camina cargando su peso hacia el lado izquierdo, arrastrando los pies. Sus pasos son lentos, y su expresión ausente, si afinamos un poquito mas podríamos decir que tiene una mirada triste, como si dentro de su alma hubiera una historia desgarrada que no se puede borrar.

Camina recto, sin desplazarse un palmo de su dirección, como si fuese contando las porciones de suelo, su mirada navega, sin dirección, como esperando una señal que le permita enfocar, detenerse en un punto, despertar.

De repente se detiene en un paso de cebra, espera pacientemente que dos coches pasen y cruza, saltando de una franja blanca a otra, como un ritual, como si fuera una norma social de su mundo, de un mundo lejano y distante, un mundo que lo absorbe y lo agarra...

Acelera el paso y es engullido por una boca de metro, le perdemos, vamos a darnos prisa que la historia debe continuar.

Ya dentro le vemos haciendo cola en la taquilla, mientras en su interior resuena una canción, su expresión corporal así nos lo muestra, mientras comprobamos como mueve los dedos de la mano y susurra muy fugazmente un estribillo.

Es su turno, y después de rebuscar entre su cartera las monedas exactas, levanta la mirada y se tambalean las esquinas de su mundo, como si alguien golpeara con un mazo el centro de la tierra y propagara un temblor que todo lo alterase.

Silencio, sólo escucha su corazón, y las palabras se atascan en la garganta, al otro lado del cristal, ella le mira y algo se enciende, algo le llama la atención, empieza a desplegarse el mapa de su cuerpo, y piensa: " que chico mas guapo", mientras se le escapa una sonrisa cómplice.

El paga rápido e intenta arañar los segundos que le restan, porque se siente inseguro, porque no tiene control sobre él mismo, ni sobre la situación. Ella demora el momento de darle las vueltas, esperando un guiño, una excusa, una excepción.

Pero el tiempo no se puede sortear, y billete en mano, coje las monedas sobrantes y dibujando una tímida despedida, se pierde dirección al andén.

La cadencia de su corazón se equilibra, y poco a poco vuelve a pisar suelo firme, se le ocurre volver tras sus pasos e invitarla a tomar algo, sin un pretexto, sin un porque....llega el metro, se abren las puertas y salta dentro, y mientras se cierran las puertas, su mente la evoca y se muerde el labio inferior, castigándose por su cobardía, por su falta de arrojo, por su indecisión.

Ella suspira, sin desviar su mirada del andén, esperando un milagro, una carambola del destino que lo traiga de vuelta...un instante de locura en mitad de la mañana, porque la vida está llena de casualidades.....

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