domingo, 29 de noviembre de 2009

The invisible man

Frente al espejo, cara a cara con mi imagen repetida, fantaseo con el deseo de desaparecer, de pasar desapercibido ante los ojos de la gente.
Mi imaginación se pone a trabajar, escribiendo el guión de esta historia, un puñado de palabras que describan el sentir de un hombre invisible.
El día comenzaría con una declaración de intenciones, así en mi nuevo estatus de hombre invisible, abriría la ventana de par en par y desnudo contemplaría el sol, retransmitiendo los primeros rayos de la mañana.
Antes de que el frío calara cada rincón de mi piel, correría a resguardarme bajo un torrente de lágrimas ardientes, improvisando canciones, utilizando la ducha como micrófono...
Tras la ejecución intachable de tres temas de mi nuevo disco, abandonaría aquel escenario improvisado, toalla en mano, y en un último segundo antes de salir, verificaría mi condición de hombre invisible, al contemplar el cuadro del espejo y no figurar dentro de él.
Café en mano, trazaría sobre la mesa del salón, los movimientos de ese día...primera parada tu cuarto.
Porque siempre fantaseé, con la idea de contemplar tus minutos en ausencia de mi.
Ya en la calle, detendría mi mirada en los ojos de la gente, posándola sin reparo, de un rostro a otro, descartando la timidez del hombre visible que antes fui.
Una vez dentro de la boca de metro, saltaría los tornos de entrada, delante de la cara, de aquel vigilante de seguridad con la mirada perdida.
En el corto trayecto hasta tu parada, leería sin pudor ni escrúpulo, el periódico del señor sentado a mi derecha.
Ya en tu portal, aprovecharía la salida de tu vecino del cuarto, para colarme escaleras arriba y plantarme frente a tu puerta.
Mi dedo invisible apretaría tres veces el timbre.
Mitad desconcertada, mitad sorprendida, abrirías la puerta, advirtiendo que no hay nada mas allá, que el hueco de la escalera.
Yo ya estaría a tu espalda, recorriendo con la mirada, aquel tramo visible del camino de lunares de tu espalda.
Tu girarías tus pasos, sin advertir mi presencia y ajustándote la bata, servirías un poco de café en tu taza.
Sentada en el sofá del salón, detendría mi mirada en tus labios, y en esa manera de parar el tiempo que tienes al beber una taza de café.
Mis pies te seguirían hasta la ducha, arrojando mi ropa invisible, y tomando mi segunda ducha del día.
Multiplicaría mi percepción por cien, viajando a lomos de cada gota, surcando cada centímetro de tu cuerpo, verificando las coordenadas de la hermosura, en cada gesto de tu piel.
Ya fuera, asistiría a la ceremonia de la elección de vestuario, viéndote de 5 maneras distintas...asistiendo como espectador, a aquella jugada magnífica, a aquel repoker de belleza.
Y cuando sólo te quedase la elección de los pendientes, te susurraría un te quiero invisible al oído, saliendo de tu casa por la ventana...

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