domingo, 3 de enero de 2010

Drunk Man.

Es tarde en los relojes, pero para él, no.
La noche azul resplandece allá afuera.
El pide otra copa, la última le dicen, mientras el hielo hace carambolas en el vaso.
El camarero le mira con ojos tristes, mientras limpia la barra con un trapo viejo.
Nadie queda en la taberna.
Nadie se atreve a cuestionarle su camino.
Porque hay verdadera determinación en su mirada.
El eligió este camino, el camino de la espalda mojada, de la lengua trabada al hablar.
Cansado del mundo, prefirió abrazarse a la absenta, firmando la tregua con la soledad.
Si te atreves a cruzar las puertas de la taberna a primera hora de la tarde, quizás le oigas hablar.
Las primeras copas le sueltan la lengua, y no hay un contador de historias igual.
La gente se da codazos y le invita a rondas.
Y el entreteje historias que cautivan a la audiencia, cansada de las noticias de sociedad.
Dibuja otros mundos, otras lenguas, otras vidas mas allá.
Porque hubo un día en que perdió la fe en este lado.
Y maquilla en alcohol cada tarde, sus sueños de libertad.

2 comentarios:

  1. Los cuentacuentos bebidos son los que mejor dibujan las historias. Me gustaría escucharle, y tal vez invitarle a un trago más. Estoy segura de que no me importaría amanecer escuchando.

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  2. la tristeza de la decepción, la frustración y la pérdida en las ganas de luchar..el cansancio, la tristeza, la apatía y la soledad interior....

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