domingo, 3 de enero de 2010

Lost Things.

Despierto en mitad de una pesadilla, con esa sensación de angustia adherida en el pecho.
Abro los ojos: oscuridad.
Tanteo a manotazos la mesilla de noche y enciendo la lamparilla.
Busco la botella de agua como si estuviese en mitad del desierto.
Y bebo, largos tragos, el agua fría se abre paso a través de mi garganta.
Respiro.
La realidad se abre paso a través de la cortina.
Los relojes se ríen de mi.
Mi pesadilla era un mosaico de pérdidas, de eslabones de vida olvidados.
En esta hora en que la luna es la única compañía que me queda, me acuerdo de ti.
Dónde quedó tu sonrisa, tus labios, tu pelo, tu olor, mis ganas de hacerte feliz.
Dónde quedó aquel viaje a ninguna parte, dónde los besos que no dí.
Dónde quedó la silueta de tu cuerpo en mitad de la noche.
Dónde el deseo multiplicado por mil.
Dónde se fueron los te quieros no pronunciados, los versos no escritos.
Dónde quedaron las fotos de aquel verano de abril.

Tu pérdida es el primer naipe de la baraja.
Acaba de caer, conectándome a otras pérdidas.
El castillo de mi memoria se desmorona.
Antes de caer de rodillas, rompo los relojes que me quedan.
Abrazándome a la locura.
Ataviado con mi espada de madera.
Y salgo a recuperarlo todo.
La luna me tiende un puente de rayo.
Y yo me abro paso cabalgando entre mis recuerdos.
Recupero mi sonrisa de niño montado en mi caballo.
También los sueños de aquel mundo imaginario.
A cada paso me hago mas fuerte.
Escalando por los estadios ocultos de mi memoria...

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