miércoles, 2 de diciembre de 2009

Cowboy

Camina con paso firme, sin ser consciente que su figura impone, que su indumentaria llama la atención, ¿ de que película saliste cowboy?
Sus botas con espuelas propagan un sonido metálico a cada paso, sus vaqueros desgastados, el sombrero ajustado esconde su larga melena rubia.
Perilla recortada y cigarrillo encendido colgando de la comisura de sus labios.
Camina perdido por las calles de Madrid, invadido por el paso enérgico de una multitud desatada que deambula de tienda en tienda, en busca del regalo perfecto.
Piensa en su pura sangre, en su fiel amigo y compañero de fortunas y aventuras, no esta aquí y se siente inseguro. Con los pies en la tierra, con la mirada desplegada en una escena que no domina, se siente desorientado, perdido, invadido por los ecos de un mundo globalizado y tecnológico...¿Dónde quedaron los duelos románticos, bañados por el sol de media tarde?
Busca un sitio en el que descansar, un sitio donde guarecerse del tumulto, un rincón donde abandonarse al calor de una copa.
Tras rodear una plazoleta ,entra en un bar, sus ojos buscan al pianista, al poeta obstinado y eterno, que desgrana melodías en mitad de un duelo, sin importarle el silbar de las balas sobre su cabeza.
No hay piano, tampoco pianista, tan solo una barra repleta de gente y un camarero distraido en una conversación con una mujer rubia.
Pide un whisky solo, mientras acomoda sus 2 metros de la mejor manera posible.
A lo lejos oye un lamento sofocado, un alma desafinada, unas palabras que multiplican el sufrimiento, su mirada enfoca la escena: un hombre excesivamente musculoso, retuerce las muñecas de una mujer joven, que se retuerce de dolor.
Avanza rápido, apartando a la gente, hasta llegar al epicentro de la acción, se coloca frente a frente del azote violento y lo desafía con la mirada.
Aparta a la chica y empuja al infractor, sus 130 kilos de vigorexia ruedan por el suelo.
El silencio ocupa las esquinas, avanzando territorios, escalando gargantas que escapan suspiros, que son entreactos de un glorioso final.
No pudo soportar la mirada,aquella mirada decidida y desafiante, sintió miedo y vergüenza, y escapo corriendo tropezando con todos los taburetes del local.
No hubo duelo, no hizo falta desenfundar...

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